miércoles, 8 de julio de 2015

Texto

Escenas

Amanecía, en las calles del barrio antiguo, la suave luz de la primavera transfiguraba las fachadas de los antiguos edificios, dejando apreciar en sus bellos portales las tallas lentamente talladas por artesanos sin nombre ni firma.
El silencio, apenas se veía roto por algún taconeo rápido y seguro. Al doblar la esquina me fije en él: un hombre menudo y lleno de sucios harapos empujaba lentamente una bicicleta cargada con un carro de la compra abarrotado de tubos, estantes metálicos y algún que otro trozo de metal, ya oxidado.
Negro como el tizón y desgreñado, hacía mucho tiempo que no veía una pastilla de jabón y un grifo de agua caliente, mascullando entre dientes se dejaba arrastrar paralelo a la bicicleta, tan sucia como su dueño.

…………….

Iba rápido, pero con una elegancia diríase innata, pedaleaba con fluidez y su vestimenta denotaba un gusto por el diseño y por la moda, además la bicicleta aparentaba ligereza, y en sus líneas un marcado acento futurista. Atravesó la calle como diciendo: ¡¡Eh!!, que estoy aquí, que yo soy yo y, he roto el molde.
Sí, con una bici fixie negra con pequeños detalles color miel, dejo un cierto poso de elegancia entre el ruido, los humos, las prisas y el colapso de estas horas en las calles de la ciudad.

…………….

Parada en el semáforo y con el sol iluminándola de escorzo realmente parecía una visión de otro mundo, su silueta esbelta y elegante, dejaba apreciar a una persona con personalidad y para nada manipulable. El pelo entre rubio y canoso, se recogía con una diadema que le daba un toque juvenil, aunque ya hubiera traspasado la frontera de los 30, su rostro enjuto y fibroso mostraba el continuo vivir en la luz y en la naturaleza, casi se podría decir, con un punto asilvestrado.     
Apoyada con un pie calzado con un fino mocasín de piel y sin calcetín, en el caliente asfalto, con la bicicleta levemente inclinada esperaba tranquila que el color del semáforo cambiara de rojo a verde. En el ceñido pantalón color crema contrastaba el marrón oscuro del cinturón de cuero y encima la vaporosa camisa dejaba vislumbrar unas formas sugerentes y tersas que aumentaban más si cabe su elegancia y belleza.
La bicicleta gris que llevaba era un espejo de ella, firme, robusta, con muchas batallas ya encima, pero dejando translucir algo de un tiempo pasado y de unas experiencias vividas que aumentaban su personalidad.
Y, de repente el semáforo se puso verde y con un pequeño golpe de pedal desapareció.


jueves, 2 de julio de 2015

Postales

Reflejos en el barrio de las Letras 

Bici blanca en Cabuerniga

Marisquería el Barril (barrio de las Letras)

Postales

Tandem (Barrio de las Letras), Madrid