“Dando vueltas a los pedales” (4)
Hace poco alguien escribió que ya no le gusta llevar ningún
distintivo reivindicativo y que llame la atención cuando circula en bicicleta
y, ese comentario me dejo meditabundo durante “cierto” tiempo.
Es cierto, que nada hay más rompedor para esta sociedad
adocenada y alienada que ver a alguien montado en una bicicleta; ese sencillo y
simple gesto de desplazarse ya es de por sí una acto revolucionario “per se”.
Estoy totalmente de acuerdo con él: no es necesario llevar nada que nos haga
llamar la atención, el mero gesto de alguien erguido, elegante, moviéndose con
sigilo y en silencio, es uno de los actos – visto desde el plano y la
perspectiva de una caótica ciudad como Madrid – más rompedores que pueda haber.
Parafraseando a Ivan Illich: “El acto más pequeño es
hermoso”.
“Una sociedad en la que cada cual supiera y apreciara lo que
es suficiente para vivir, quizá sería a ojos de alguien de este primer mundo
pobre, pero, seguramente sería rica en sorpresas y sería libre de ataduras de
las multinacionales y por ende: viva”.
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