jueves, 15 de octubre de 2020

 



En un instante


En la tetera reposaba el té verde “Sencha Makoto”, la taza, ya preparada con una pequeña cucharada de miel de brezo, y la bandeja con las pasas, las nueces y el pequeño plato con aceite de oliva y algunas rebanadas de pan ya estaba en la mesa.

La luz iluminaba la estancia, el pequeño “sunroom” orientado al este, a primera hora de la mañana ya presentaba una atmósfera cálida y agradable, ideal para empezar el día en armonía.

Después de desayunar, Mark, abrió, como hacía siempre, el correo para ponerse al día con el trabajo y con las noticias que le llegaban de amistades y familia.

En la bandeja de entrada aparecían varios correos de la empresa, algunos de la familia lejana, y, uno, en concreto de Sonia, compañera de aventuras ciclistas, con la que había compartido viajes, rutas y paisajes. En el correo le decía que habían, por fin, llegado después de unos cuantos días, ella y cuatro compañeros más a la costa norte del país y que estaban disfrutando de un muy buen clima.

Semanas atrás, habían salido del ambiente claustrófobico en el que se encontraba la ciudad, pues el virus que se había cernido sobre el mundo entero hacía estragos en las grandes ciudades donde Sonia y los demás compañeros de viaje vivían. 

Con ansia de salir de ese ambiente opresivo y alienante, habían planificado un viaje en bicicleta en el que recorrerían de sur a norte parte del país, disfrutando de horizontes abiertos, aire puro y esa grata sensación que todo viajero en bicicleta siente de ser ínfimos y a la vez formar parte de la naturaleza fusionandote con el entorno por donde pasas. Sonia en su correo dejaba claro que estaban exultantes, llenos de vida y energía, después de recorrer casi seiscientos kilómetros rodeados del viento, la lluvia, el sol y de silencio, de haber recorrido sólo con sus fuerzas paisajes boscosos, baldíos, áridos, pueblos fantasmas,- donde apenas vivían tres personas y ya mayores-, subiendo colinas, montañas y atravesando valles llenos de vida, en el correo dejaba claro que se habían cargado de energía positiva y que por desgracia tocaba a su fin; le adjuntaba unas cuantas fotografías de la ruta y de esos momentos en el que aparecían juntos y sonrientes todos los compañeros de viaje delante de un paisaje en el que las nubes, como volutas de humo acariciaban las laderas de las montañas que se encontraban detrás, en otra foto, se veía a uno de los viajeros casi como un punto deslizándose por una carretera que serpenteaba por un pequeño valle. Todas transmitían belleza y goze, goze de vivir el momento, el presente absoluto rodeados de naturaleza, en armonía. 


Suena el teléfono, es Teresa una compañera de trabajo, su madre a muerto, del maldito virus, de repente, en un instante, toda esa energía que le habían transmitido las imágenes tomadas por Sonia y esas placenteras sensaciones que había hecho suyas porque las había vivido mil y una veces, dejaban en Mark una sensación de rotura, de que algo en esa mañana ya no podía volver a ser como unos pocos minutos antes era. En unos instantes, en unos pocos minutos, la vida y la muerte se habían unido como en un juego del destino, como un cruce del espacio tiempo en el que nada ni nadie puede hacer nada para variar la trayectoria  del presente.

Mark apesadumbrado por la noticia le acompaño en el sentimiento, palabras estas que no podían tener mayor sentido en ese instante preciso y concreto.

Al colgar le vino inmediatamente a la cabeza aquella frase de aquel poeta latino:

“Carpe diem quema mínimum crédula portero memento morí” (algo así como: aprovecha el día, no confíes en el mañana, recuerda que morirás)”.




3 comentarios:

  1. Me ha encantado. Me ha trasladado al tiempo de viajes en bicicleta, con una sensación de plenitud y libertad. Me quedo con la parte que más me interesa de la frase final: aprovecha el día, viviendo, sintiendo y actuando como sino hubiera un mañana. Gracias por tu escritura de nuevo Carlos

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    1. Respondiendo al desconocido o desconocida:
      Sí, pero mi mirada empírica, critica, entiéndase semifilosofica siempre me hace interrogar sobre el cómo, ¿cómo?, en el mundo, sociedad, etc, que conformamos esa vida vivida, sentida se puede y se debe llevar a cabo.
      Acaso con una mirada narcisista/egoista:"Yo y yo y siempre yo y a los demás que les zurzan".
      Acaso con una mirada solidaria, acaso con una mirada consumista como el mundo que vivimos: necesito esto y esto y lo otro, tengo que viajar aquí, allí, porque la vida son dos días.
      Es esa ansia, ese acaparar aquel carpe diem.
      Creo que no.
      Gracias por leerlo.

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  2. uy Carlos que difícil equilibrio planteas! Bueno más bien, en que difícil equilibrio tratamos de vivir, haciendo lo que queremos, o haciendo lo que debemos y aún así con dudas en el cabeza que haciendo lo que quieres no te permiten disfrutarlo por completo pues sabes que quizás deberias estar haciendo otra cosa menos divertida, menos hedonista pero si más compasiva, más generosa... gracias por tu texto, un abrazo!

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