Nunca es tarde para aprender...
Te toca a ti, despierta, que Jara esta llorando, tienes el biberón encima de la mesa listo para calentarlo, le dijo Ainhoa.
Y, allí voy yo, con las legañas pegadas a los ojos y todavía en ese duermevela que impide reaccionar y te hace ir como un zombi por la casa.
Quien me iba a decir a mí, hace dos años, que iba a estar en estas circunstancias y ser como soy en este momento, cuando hace dos años era, y lo digo con sinceridad, un mequetrefe cultural, un palurdo empático y un ignorante medioambiental, de mucho cuidado, yo, que con mi narcisismo galopante y mi ego elevado a la infinita potencia, no veía más allá de mi tupe.
“Era un día nublado, de una incipiente primavera que se hacía esperar, el día presagiaba lluvia y así fue; desde mi silla de trabajo podía ver como empezaban a deslizarse pequeñas gotas de agua, por los grandes ventanales de doble acristalamiento y la mañana, melancólica, transcurría con cierta tranquilidad, cuando al poco tiempo de estar embobado y mirando las musarañas, un pequeño murmullo detrás de mí, me hizo girar la cabeza, eran la jefa de departamento, el de recursos humanos y una chica desconocida, que por lo que pude escuchar había sido recién contratada y la estaban informando de como se organizaba la sección.
Me llamo la atención que sujetaba en su mano derecha una bici, de esas que llaman plegable,- yo, he de decir, que en aquellos tiempos, persona “seria y civilizada”, acudía siempre al trabajo en mi flamante vehículo privado, de más o menos cuarenta mil euros-, Brompton, creo que ponía en el tubo principal. Pensé, para mis adentros ¡¡Vaya qué tenemos aquí, una hippie!!, lo que nos faltaba, seguro que es una “ecologista”, de esas que come, “porexpan” , bebe zumos hechos de cualquier planta exótica y práctica yoga.
¡¡Ah!!, esas personas que se creen que van a cambiar el mundo con sus utopias, cuando el sistema capitalista y de libre mercado es lo mejor que hay. Si supieran que el capitalismo les esta poniendo continuamente caramelos para que caigan en la trampa, como por ejemplo: ese concepto de turismo sostenible, ¡¡JA!!, que incrédulos, no existe tal cosa, pues cualquiera sabe que todo deja residuos, hasta esos que se van a recorrer en bici territorios inhóspitos, pero se desplazan hasta allí en avión, con el consumo energético que supone y la contaminación que provoca el trafico aéreo, no ven o no lo quieren ver, que es otra excusa más para seguir vendiendo, que es lo importante, sobre todo para mis ganancias, que tengo en acciones de compañías energéticas.
Alimentos ecológicos, ¡¡JA!!, sobre todo cuando vienen de tres mil kilómetros de distancia, cuando no de más lejos, y, entre medias se usan camiones, barcos o vete a saber qué, movidos por gas-oil y con un montón de intermediarios por el camino.
¡¡Ah!!, no saben cuan podrido esta este planeta, pero a mí, con que no me toquen mis campos de golf, y me sigan haciendo autovías hasta mis pistas de ski, que sigan ilusionados en sus utopias, pobrecitos, y, ahora, les da por cerrar al tráfico las ciudades, ¡¡JA!!, pero quienes se han creído, valientes descerebrados, no saben que las ciudades son de nosotros, que la calle es nuestra, de los que podemos, porque nosotros lo valemos, ¡¡Yo, ¿voy a ir en metro?, ¡¡JA!!, pero en que cabeza cabe.
¡¡Rafa!!,¡¡Rafa!!, pero, ¿donde estas?, espabila, mira te presento a tú nueva compañera de sección, creo que os llevareis bien, me dijo Marta la jefa de departamento,… se llama Ainhoa.
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