Como cada mañana, Joaquín, se encontraba leyendo el periódico en el kiosco del parque conocido como: “El Rincón de la Dehesa”; la mañana discurría tranquila, alguna persona pasaba paseando con el perro y, otras, con la cabeza hacía abajo, mirando el móvil; ¡¡un día, alguno se va a dar con alguna farola!!, ¡¡levantar la cabeza!!, pensó para sí, Joaquín,.
-¡¡Aquí tiene el café, señor Joaquín, bien cargado como siempre!!.
-Gracias Pepe.
Desde que se jubiló, Joaquín gastaba su tiempo en sendas lecturas de la prensa, literatura varia y, alguna escapada a su pequeño pueblo, donde le quedaba algún familiar y, una casona que heredó de sus padres, que poco a poco se estaba echando a perder, pues necesitaba arreglos y Joaquín, económicamente, no andaba muy sobrado.
En estas, que pasando las páginas del periódico, llega a las páginas centrales con unos cuantos titulares a cinco columnas y en versales, que decían así:
“Los aficionados del ciclismo cada día se parecen más a los fanáticos del futbol”
“El dopaje en el ciclismo amateur: lo que nadie cuenta”
“¿Se mide la pasión por el ciclismo en función del dinero que te has gastado en la bici, ropa, aparatos electrónicos…?”
Adictos a “los deportes”, la “droga” de moda en la clase media-alta y no tan alta.
Y Joaquín, empezó a leer los artículos, pues de joven había sido aficionado a la bicicleta y, por su pueblo iba y venía de la huerta, y así conoció a la que sería su esposa, que vivía en el pueblo de al lado, ¡¡bueno!!, no tan al lado, que cada vez que iba a verla, entre ir y venir, se hacía unos cincuenta kilómetros.
Los artículos más o menos decían lo siguiente:
“Los deportes (running, ciclismo) se han convertido en un fenómeno social durante los últimos años. Su rápida popularización se refleja en la gran cantidad de carreras populares
Los retos deportivos y la capacidad de superación personal generan numerosos beneficiosos, tanto físicos como psíquicos, pero todo en exceso es malo. ¿Dónde están los límites? ¿El deporte puede generar una perniciosa dependencia, hasta el punto de convertirse en una adicción? ¿Cuándo se atraviesa la línea entre lo saludable y lo patológico? ¿Cuáles son los síntomas y qué consecuencias acarrea?
El 18% de las personas que practican ejercicio físico con asiduidad son adictas
Hay un porcentaje de deportistas con dependencia que viven obsesionados y llegan a padecer síndrome de abstinencia cuando no pueden realizar ejercicio, entendido como malestar, mal humor e irritación”, añade Molina.
Las características de esta adicción no difieren en demasía de cualquier otra, incluyendo el síndrome de dependencia, tolerancia y abstinencia. “La adicción al deporte tiene tres fases: una primera en la que se hace por placer; una segunda, en la que el objetivo es mejorar la belleza física, el bienestar, liberarse del estrés o relacionarse con otras personas; y una tercera en la que aparece el abuso y la necesidad de hacer deporte a toda costa, a pesar de que se sepa que puede traer consecuencias negativas”, según aclaraba la autora de la investigación.
La tercera etapa, la del ‘abuso y necesidad’, siguiendo la metodología propuesta es la única con consecuencias negativas, puesto que las otras dos son altamente beneficiosas para la salud y el bienestar mental. Las consecuencias de llegar a este peligroso punto, según explica el psicólogo especialista en tratamiento de adicciones Miguel del Nogal, se resumen en que “el deporte acaba eclipsando todas nuestras actividades, se convierte en el eje central de nuestro día a día y nos hace vivir por y para él”. De este modo, añade, “se dejan de hacer otras cosas con la familia o los amigos, y si un día no es posible hacer deporte debido a una lesión o a un compromiso importante, el sentimiento de malestar se apodera de uno”.
Puede acabar eclipsando todas nuestras actividades con la familia o los amigos y convertirse en el eje central de nuestro día a día
Con el tiempo, suele suceder que “el círculo de amistades comienza a estrecharse únicamente entre las personas que comparten la misma afición por el deporte, mientras que las metas son cada vez más altas, convirtiéndose en una obsesión que puede ir acompañada de mucho sufrimiento físico y psíquico”, añade del Nogal.
En lo que respecta al componente ambiental tiene mucho que ver el factor de la moda, por un lado, y la buena imagen social que tiene, por otro. “La sociedad nos marca y correr o, montar en bici está de moda, pero al mismo tiempo tiene un componente positivo, pues está muy bien visto ser deportista y ser competitivo, y ambas cosas van de la mano”, dice Del Nogal. Una imagen que, como ocurre con la adicción al trabajo, que también es una conducta que goza de buena prensa, implica el riesgo de que no se interprete como una problemática, a pesar de que la reflejen diferentes síntomas.
Por estas características, no es de extrañar que en el actual contexto de depresión socioeconómica los desempleados llenen los gimnasios o las carreras pedestres o las carreteras de la sierra, los sábados. Es un fenómeno curioso, reconoce el psicólogo experto en adicciones, pero “aunque no se llegue a fin de mes, invierto parte de mis ingresos en hacer deporte, porque así me siento bien, pues de lo contrario la situación sería todavía menos soportable”.
Otra de las cuestiones asociadas a este fenómeno, que cada vez se debate más en los congresos, según añade el psicólogo, es que los deportes de resistencia en general, son adicciones que sustituyen a otras adicciones. “Cada vez nos encontramos a más pacientes en consulta que se vienen a tratar de drogodependencias, fomentas que realicen ejercicio, superan su problema y acaban teniendo una cierta dependencia hacia el deporte. Es cierto que son personas más predispuestas a las adicciones, pero ahora el debate entre los psicólogos está en sí esto es un problema adicional o no, aunque superen su drogodependencia, y si lo más ideal en estos casos es fomentar el ejercicio”.
De éste artículo Joaquín pasó a leer, por encima el siguiente texto:
“Se trata de una cuestión a la que casi todo el mundo respondería que NO. Sin embargo, seguro que también todos tenemos la impresión de que el ciclismo se ha vuelto algo «snob». Esto ya ocurrió en su día con el boom del running. Es muy habitual ver por las carreteras, al menos en España, bicis que superan con facilidad los 3.000 €. No hablemos ya del precio de potenciómetros, ruedas de carbono de perfil, zapatillas. El ciclismo está claro que es un deporte que, o se ama, o se odia, no hay término medio. Cuando se ama se hace con locura pero…¿realmente es necesario llevar un Trek Madone de 8000€ para sentir pasión por este deporte? Podemos pensar que cada uno con su dinero hace lo que quiere. Es cierto. El dinero cada uno se lo gasta como cree conveniente…
Así, leía Joaquín, mientras por su cabeza le venían imágenes de aquella juventud, ya perdida, con aquella vieja bicicleta negra, que pesaba como un muerto, rodando por esos caminos polvorientos, pero disfrutando del viento y del sol, en un tiempo ya casi olvidado con Teresa al lado, riendo y sintiendo la vida,… aquella vida.
De repente, unos ruidos hicieron volver a Joaquín al presente, eran cuatro personas jóvenes con bicicletas sencillas, por lo que pudo apreciar, y alforjas, algunas ya desgastadas y con remiendos, una de ellas llevaba una caja de mimbre en el transportín trasero, que se sentaron en la mesa de al lado, pidieron sendos pinchos de tortilla y jarras de cervezas,…y Joaquín pensó para sí: “estos no tienen el problema que plantea el periódico, estos sí que saben vivir epicúreamente, como diría aquel.