lunes, 24 de noviembre de 2014

Texto

“Dice Antonio Muñoz Molina, sobre la obra de Jules Verne”:

Leyendo a Verne encontrábamos poesía en los nombres, fueran estos de islas, reales o ficticias, de ríos, de desiertos, de plantas, de buques, de personajes. Dónde hay en la literatura un personaje que tenga un nombre tan misterioso y tan definitivo como el Capitán Nemo.

Yo le debo la mía como lector. “El gusto por el viaje inmóvil, la afición y la destreza para sumergirme muy hondo en las palabras de un libro, en mi silencio de lector submarino al que no llegan los golpes sonoros del reloj”.

Viajando con la belleza de las palabras

El lento transcurrir de una bicicletas,
paisajes manchados de verde oliva,
un bello pueblo enclavado en un roquedo,
y, un jardín impresionista, lleno de luz y color: Sorolla en el aire;
sonidos árabes: aljibe, alberca, alfarero, limón, paraíso,………
judíos: alfabeto, calle de la Sinagoga, sefarad, ……..
y nombres cristianos, envolvían sus estrechas callejuelas.
En aquella noche de primavera
envueltos en aromas de azahar, albahaca y jazmín
unas cálidas crisálidas albergaban
a unos cuantos espectadores de estrellas,
admiradores de la luz y del silencio
en una noche en Al-andalus.
Ahora aquellos recuerdos, aquellas evocaciones
huyen, se vuelven borrosos, difusos,
se escapan como el agua en una ánfora rota,
lenta y pausadamente se diluyen en la clepsidra del tiempo.