domingo, 13 de diciembre de 2015

Postales



















La Bobia, posiblemente el primer bar 'oficial' de 'La Movida Madrileña', recupera su entrañable nombre reconvertida ahora en una cosmopolita neo-taberna de sabor asturiano. ¡Cuantos recuerdos!
Aquel local mítico que abría sus puertas los domingos 'after hours' a quienes resacosos de la Sala Rock Ola, pero ávidos de mas intensidad poblábamos con desparpajo y roncas carcajadas los amaneceres de El Rastro de Madrid, donde una colorida fauna humana ocultaba sus vampíricos ojos tras gruesas gafas de plástico negras, tratando de mantener viva la noche durante unas horas mas.
La Bobia era entonces una taberna de casi 80 años de historia, añejas instalaciones y discretos camareros de pajarita negra, que se llenaba de contrastes con los imposibles modelitos ochenteros de los trasgresores de la época, artistas, músicos, teatreros, diseñadores ..., sin olvidar a los que hacían un arte de su arte y de su vida. Un lugar para curar la resaca a base de cervezas y de cafés, compartir un porro mañanero y algo mas - las continuas visitas a los lavabos eran legendarias- , y por encima de todo la última oportunidad de ligue de los mas desafortunados
En su vieja barra se gestaron a fines de los 70, los primeros signos de la revulsión festivo-socio-cultural que explosionó después en la llamada 'Movida Madrileña'. Allí comenzó para algunos un camino artístico repleto de éxitos y para otros, demasiados, los primeros pasos de la crónica de una muerte anunciada: talentosos artistas que se extraviaron en el camino de encontrarse a sí mismos.
Sus paredes deslucidas fueron testigos de los rodajes de cineastas de la talla de Fernando Fernán Gómez y Pedro Almodóvar, este último inmortalizando para siempre el espíritu ávido y lujurioso de aquellos gloriosos años en su film Laberinto de Pasiones. Tras sus movidos años de esplendor, fue vendida por su antiguo dueño en los años 90, perdiendo entonces su identidad tan castiza -y tan marginal a la vez-, aunque en realidad su nombre hace referencia a una sierra asturiana.
Ahora vuelve La Bobia, llenando de nostalgia los corazones de quienes disfrutamos durante aquellos años irrepetibles de las repintadas sillas celeste-verdosas de su antigua terraza, especialmente en aquellas insólitas e inolvidables mañanas de domingo de los primeros tiempos de 'La Movida Madrileña'
Tendremos que acostumbrarnos sin embargo a su nuevo estilo; nuevos tiempos que crearán nuevos recuerdos: más in, y menos off, más above y menos underground. 

Texto de: Myriam Verónica G. Lago


domingo, 8 de noviembre de 2015

miércoles, 28 de octubre de 2015

miércoles, 7 de octubre de 2015

postales

Un toque de elegancia

domingo, 27 de septiembre de 2015

Texto

El aroma del tiempo (o, excusas para andar en bicicleta).

(Extractos sacados del libro: El aroma del tiempo de Byung-Chul Han,
editado por Pensamiento Herder)
Byung-Chul Han, es profesor de filosofía y estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín.

El aroma es lento. Por eso no se adecúa, ni desde una perspectiva medial, a la época de las prisas. Los aromas no se pueden suceder a la misma velocidad que las imágenes ópticas. A diferencia de estas, ni siquiera se dejan acelerar. Una sociedad regida por los aromas seguramente no desarrollaría ninguna propensión al cambio y la aceleración. Se alimentaría del recuerdo y la memoria, de la lentitud y la perdurabilidad. Pero, en cambio la época de las prisas es un tiempo de visión “cinematográfica”. 
Acelera el mundo convirtiéndolo en un “desfile cinematográfico de las cosas “*. *(M.Proust, El tiempo recobrado)
El tiempo se desintegra en una sucesión de presentes
La época de las prisas no tiene aroma. El aroma del tiempo es una manifestación de la  duración. Rehúye la acción, el goce inmediato. Es indirecto, da rodeos.

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En el aire del camino  de campo, que cambia según la estación, madura la sabia serenidad, con un mohín de que, a menudo, parece melancólico (…). En su senda se encuentran, la tormenta de invierno y el día de la siega, coinciden lo vivaz y excitante de la primavera con lo quedo y feneciente del otoño, están frente a frente el juego de la juventud y la sabiduría de la vejez. Pero todo rebosa serenidad al unísono, cuyo eco el camino de campo lleva calladamente de aquí para allá. *
*(M. Heidegger, camino de campo)

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La sociedad de consumo y del tiempo libre presenta una temporalidad particular. El tiempo sobrante, que se debe a un aumento de la productividad, se llena con acontecimientos y vivencias superficiales y fugaces. Puesto que nada se ata al tiempo de manera duradera, parece que este transcurre muy deprisa o de que todo se acelera. El consumo y la duración se contradicen. Los bienes no duran. Llevan inscrita la caducidad como elemento constitutivo. El ciclo de aparición y desaparición de las cosas es cada vez más breve. El imperativo capitalista del crecimiento lleva consigo que las cosas se produzcan y se consuman en un lapso de tiempo cada vez más corto. La presión del consumo es inmanente al sistema de producción. El crecimiento económico depende del consumo y el uso vertiginoso de las cosas. La economía basada en el consumo sucumbiría si de pronto la gente empezara a embellecer las cosas, a protegerlas frente a la caducidad, a ayudarlas a lograr una duración.
En la sociedad del consumo se pierde el demorarse. Los objetos de consumo no dan lugar a ninguna contemplación. Se usan y se consumen lo más rápido posible, para dejar lugar a nuevos productos y necesidades. La demora contemplativa presupone que las cosas tienen una duración. La presión del consumo, sin embargo, suprime la duración. Tampoco la llamada desaceleración crea una duración. En lo que se refiere a la actitud de consumo, el show food no se diferencia en nada sustancial del fase food.
Las cosas se siguen consumiendo. La mera reducción de la velocidad no transforma el ser de las cosas. El problema es que la duración, la perdurabilidad y el sosiego amenazan con desaparecer completamente o se alejan de la vida. El Heidegger tardío contrapone “la vacilación”, “la serenidad”, “el recato”, “la espera” o “la retención”, que son formas de ser de la vita contemplativa, a “la necedad del trabajo”*.
Todas ellas remiten a una experiencia de la duración. El tiempo del trabajo, el tiempo como trabajo, no tiene duración. Consume el tiempo produciendo. La perdurabilidad y el sosiego rehuyen el uso y el consumo. Crean una duración. La vita contemplativa es una praxis de la duración. Genera otro tiempo al interrumpir el tiempo de trabajo.
* M.Heidegger, Camino de  Campo

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La vida ocupada, a la que le falta cualquier dimensión contemplativa, no es capaz de la amabilidad de lo bello. Se muestra como una producción y destrucción aceleradas. Consume el tiempo. Tampoco en el tiempo libre, que se mantiene sometido a la compulsión de trabajar tiene otro comportamiento en relación al tiempo. Las cosas se destruyen y se mata el tiempo. La demora contemplativa concede tiempo Da amplitud al ser, que es algo más que estar activo. La vida gana tiempo y espacio, duración y amplitud, cuando recupera la capacidad de contemplativa.
Si se expulsa de la vida cualquier elemento apacible, esta acaba en una hiperactividad letal. La persona se ahoga en su quehacer particular. Es necesaria una revitalización de la vita contemplativa, puesto que  abre el espacio de respiración. Quizá el espíritu deba su origen a un excedente de tiempo, un otium, una respiración pausada. Se podría reinterpretar  pneumas, que significa tanto “respiración” como “espíritu”.
Quien se queda sin aliento no tiene espíritu. La democratización del trabajo debe ir seguida de una democratización del otium, para que aquella no se convierta en la esclavitud de todos. Así dice Nietzsche:

Por falta de sosiego, nuestra civilización desemboca en una nueva barbarie. En ninguna época se han cotizado más los activos, es decir, los desasosegados. Cuéntase por tanto entre las correcciones necesarias que deben hacerle al carácter de la humanidad el fortalecimiento en amplia medida del elemento contemplativo*

*F. Nietzsche, Humano, demasiado humano.

miércoles, 8 de julio de 2015

Texto

Escenas

Amanecía, en las calles del barrio antiguo, la suave luz de la primavera transfiguraba las fachadas de los antiguos edificios, dejando apreciar en sus bellos portales las tallas lentamente talladas por artesanos sin nombre ni firma.
El silencio, apenas se veía roto por algún taconeo rápido y seguro. Al doblar la esquina me fije en él: un hombre menudo y lleno de sucios harapos empujaba lentamente una bicicleta cargada con un carro de la compra abarrotado de tubos, estantes metálicos y algún que otro trozo de metal, ya oxidado.
Negro como el tizón y desgreñado, hacía mucho tiempo que no veía una pastilla de jabón y un grifo de agua caliente, mascullando entre dientes se dejaba arrastrar paralelo a la bicicleta, tan sucia como su dueño.

…………….

Iba rápido, pero con una elegancia diríase innata, pedaleaba con fluidez y su vestimenta denotaba un gusto por el diseño y por la moda, además la bicicleta aparentaba ligereza, y en sus líneas un marcado acento futurista. Atravesó la calle como diciendo: ¡¡Eh!!, que estoy aquí, que yo soy yo y, he roto el molde.
Sí, con una bici fixie negra con pequeños detalles color miel, dejo un cierto poso de elegancia entre el ruido, los humos, las prisas y el colapso de estas horas en las calles de la ciudad.

…………….

Parada en el semáforo y con el sol iluminándola de escorzo realmente parecía una visión de otro mundo, su silueta esbelta y elegante, dejaba apreciar a una persona con personalidad y para nada manipulable. El pelo entre rubio y canoso, se recogía con una diadema que le daba un toque juvenil, aunque ya hubiera traspasado la frontera de los 30, su rostro enjuto y fibroso mostraba el continuo vivir en la luz y en la naturaleza, casi se podría decir, con un punto asilvestrado.     
Apoyada con un pie calzado con un fino mocasín de piel y sin calcetín, en el caliente asfalto, con la bicicleta levemente inclinada esperaba tranquila que el color del semáforo cambiara de rojo a verde. En el ceñido pantalón color crema contrastaba el marrón oscuro del cinturón de cuero y encima la vaporosa camisa dejaba vislumbrar unas formas sugerentes y tersas que aumentaban más si cabe su elegancia y belleza.
La bicicleta gris que llevaba era un espejo de ella, firme, robusta, con muchas batallas ya encima, pero dejando translucir algo de un tiempo pasado y de unas experiencias vividas que aumentaban su personalidad.
Y, de repente el semáforo se puso verde y con un pequeño golpe de pedal desapareció.


jueves, 2 de julio de 2015

Postales

Reflejos en el barrio de las Letras 

Bici blanca en Cabuerniga

Marisquería el Barril (barrio de las Letras)

Postales

Tandem (Barrio de las Letras), Madrid

martes, 5 de mayo de 2015

Ficha de Ruta


















RUTA: Por el Montsant, el Priorato y meandros de Flix y Sebes

DURACIÓN: La ruta se hizo en 6 días.

RECORRIDO:
El recorrido en bicicleta partió del Monasterio de Poblet, para enseguida introducirme 
en las denominadas: Montañas de Prades, dura subida sólo suavizada por el entorno y 
los magníficos y densos bosques, cuajados de especies mediterráneas entre ellas el Arce de Montpellier, llegando a la localidad de Prades, antigua villa amurallada que todavía conserva magníficamente su antigua identidad arquitectónica. 
La ruta elegida sigue camino de Siruana  y, para ello, nada más dejar Prades 
cogí una pista que me llevaría a la mítica, - para los escaladores – Siruana.
Enclavada en un istmo en las rocas, es un verdadero paraíso o Arcadia perdida 
y por supuesto para los escaladores aún más. Seguidamente el recorrido entra en la 
comarca del Priorato por Cornuella de Montsant,  Poboleña, La Vilella Alta y la Baja, 
Cabacés, para seguir por La Bisbal de Falset, La Palma d´Ebre y llegar a las 
riberas del río Ebro, en Flix.
Entorno contradictorio, pues en muy poquita distancia se encuentran empresas químicas, 
centrales nucleares con reserva naturales como la de Flix y Sebes, donde poder ver 
un gran abanico de especies ornitológicas de ribera.
Para evitarme malos tragos de tráfico denso de camiones y malos humos cogí un regional 
desde Flix hasta la localidad de Les Borges del Camp y desde ahí seguir en bicicleta pasando, 
como no podía ser menos, por la localidad de Alforja, ¡¡si señores!!, no es cachondeo, 
se llama Alforja
Desde ahí y en constante subida, subida y subida alcanzar las serras del Molló, el cingles d´Arbolí 
y la serra de Mussara, y volver a entrar en las muntanyes de Prades, para desde ahí volver a 
bajar por esos preciosos bosques cercanos al Monasterio de Poblet.    

CARTOGRAFÍA: Mapa regional de Tarragona, escala 1:200.000.

CÓMO LLEGAR: Use coche privado.
Esta ruta se podría realizar en tren regional Madrid- Tarragona, ver: 
http://www.renfe.com/viajeros/index.html , es de los de furgón diáfano, ¡¡vamos!!,
de los mejores para nosostros

CÓMO VOLVER: Volví, lógicamente, en el mismo medio.

BICICLETA RECOMENDADA: Es recomendable bicicleta de montaña.

DÓNDE PERNOCTAR: Hice noche básicamente en campings.  

ÉPOCA: La ruta se hizo en Mayo.

DIFICULTADES: Esta ruta, no lo voy a negar, es dura; cuando pensé descubrir esta zona 
y recorrerla en bicicleta no sabía donde me metía, pero la verdad, ha merecido, es un 
autentico descubrimiento muy positivo, de hecho la Tarragona interior me ha sorprendido.
Dura orografía aunque con cotas bajas, pero con constantes desniveles 
¡¡vamos!!, un autentico rompepiernas. 

ATRACTIVOS DE LA RUTA:

Empezando por el impresionante - por su historia, su cultura, su arquitectura, el entorno, 
sus viñedos, todo lo que simboliza para Catalunya - el Monasterio de Poblet .
Para más adelante descubrir la entrada a una comarca agreste, dura, plagada de rocas, 
de verticales rojizas, deseadas por los miles de montañeros/escaladores que se dan cita en 
Siruana. Pequeño enclave con una recoleta iglesia románica y rodeada de un marco 
incomparable de calma y quietud, un autentico tesoro para los adictos a los pies de gato, 
arneses y magnesias.La ruta sigue llenándonos nuestras retinas de bancales donde surge 
esa mística y eterna unión entre la tierra y la luz, para darnos un líquido grato a nuestro paladar: 
el vino y también otra cosa que me sorprendió es que el Priorato es vino y aceite, dos líquidos preciosos: uno como la sangre y el otro como el fluido de la luz.
A nuestra derecha, siempre acompañándonos la majestuosa silueta del Monsant con sus paredes verticales.
Más adelante, nos encontraremos con el gran río: el Ebro, - donde dejando a un lado su entorno 
más oscuro, negro y un poco tétrico, que es ver tantas chimeneas expulsando nubes raras, 
- forma en Flix un meandro único donde afortunadamente se dan cita dos reservas naturales para avistar, estudiar y observar diferente tipos de aves.
(Reflexión propia: vete tú a saber si se han hecho las reservas para quedar bien, maquillaje hipócrita  “con las aves no, desde luego, ellas no se enteran” mientras tanto se sigue escupiendo mierda al río,… curioso de todas las maneras).
Continuaremos con la belleza de una tierra rica que agrícolamente es un verdadero vergel, para volver a las montañas, a los bosques, dejando atrás esas grises chimeneas expulsando “muerte” y dejándonos llenar de aromas de boj, de encinares, de arces de Montpellier, de quietud, de silencios, de paz.
Bonita ruta que recomiendo fervientemente, si no el mismo recorrido, sí que conozcáis este pequeño trozo de una tierra, creo, que desconocida para más de uno/a y, que mejor que en bicicleta.

Enlaces principales:

Monasterio de Poblet:  http://www.poblet.cat/
Montañas de Prades: www.serradeprades.com





















Dibujo


Postales
































domingo, 1 de febrero de 2015

lunes, 12 de enero de 2015

Paisajes de acuarelas


Con estos trabajos he querido hacer un pequeño homenaje a la figura/silueta que aparece en el logo de Pedalibre; paisajes abstractos que surgen de las manchas de acuarela, ricos por sus texturas, casi más bellos y sugerentes- algunas veces- que la realidad.
Las manchas de acuarela presentan unas veladuras etéreas que sugieren, insinúan, paisajes oníricos de algún lugar perdido que jamás llegaremos a recorrer, ni encontrar. Espero que os gusten.