miércoles, 18 de junio de 2014

Texto

“Dando vueltas a los pedales” (4)


Hace poco alguien escribió que ya no le gusta llevar ningún distintivo reivindicativo y que llame la atención cuando circula en bicicleta y, ese comentario me dejo meditabundo durante “cierto” tiempo.
Es cierto, que nada hay más rompedor para esta sociedad adocenada y alienada que ver a alguien montado en una bicicleta; ese sencillo y simple gesto de desplazarse ya es de por sí una acto revolucionario “per se”. Estoy totalmente de acuerdo con él: no es necesario llevar nada que nos haga llamar la atención, el mero gesto de alguien erguido, elegante, moviéndose con sigilo y en silencio, es uno de los actos – visto desde el plano y la perspectiva de una caótica ciudad como Madrid – más rompedores que pueda haber.
Parafraseando a Ivan Illich: “El acto más pequeño es hermoso”.

“Una sociedad en la que cada cual supiera y apreciara lo que es suficiente para vivir, quizá sería a ojos de alguien de este primer mundo pobre, pero, seguramente sería rica en sorpresas y sería libre de ataduras de las multinacionales y por ende: viva”.   

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