jueves, 24 de junio de 2010

textos

Escribir............... para poder decir sólo lo que cuenta
Chantal Maillard
Huellas de Soria
Y la calma estaba en la luz,
el camino nos fue llenando de silencios azules y verdes
de miradas que acariciaban el viento
y de caricias que paraban el tiempo.
Tomillos, aylagas, jaras y brezos
inundaron nuestros sentidos,
mientras alados vigilantes
guardaban entre desfíladeros una
misteriosa ermita
En un puente un anciano nos hablo de una luna
Y en la quietud del atardecer
la luz baño nuestros ojos
con campos rojos, sienas, verdes y ocres
que nos recordaron la Toscana,
Ya, cuando las miradas se perdían
en la noche y llegaron las viandas y
los vinos, las risas y los recuerdos
salió la luna llena
y con ella la luz de la noche.
Y llego de nuevo la luz
y nos trajo colores, magia y belleza.
Bajo la atalaya árabe
soñamos en la luz,
y nos perdimos entre los árboles
para al fin llegar de nuevo al camino
y encontrarnos con las siluetas
de Don Quijote y Sancho
que se perdían en el horizonte
sobre unas bicicletas
y saber al final que fuimos luz,
que sólo fuimos luz.
...............para ti que estas ahí.
....................................
Dedicado a aquellas personas que
estuvieron en la ruta en bicicleta: Merindades III
Merindades III
Cuando ya todo sea memoria,
volveré a caminar por senderos emboscados,
escuchando el rumor del arroyo
en la umbría del bosque;
me perderé con el viento
entre las hojas de los robles,
y llegaré exhausto al lugar
donde surge la luz.
Cuando todo sea memoria,
el futuro no será nada más que
un pasado perdido en un recuerdo.
Quizá cuando todo eso ocurra no haya palabras,
sólo miradas, sonidos y silencios.
Miradas de una mujer que se olvida de sí
contemplando el reflejo de la luna llena
en las aguas de un río,
miradas en torno a una iglesia románica
hecha de piedra y tiempo,
miradas que se elevan para ver el amanecer de la luna llena
sobre las paredes de un desfiladero,
miradas que se llenan en otras miradas.
Y volverán sonidos de agua, sonidos del viento,
cantaran de nuevo, solitarios mirlos en la noche estrellada.
Y poco a poco habremos ido ganando vida al tiempo,
aprehenderemos que esos recuerdos son raíz, alma y viento.
Quizá cuando todo eso ocurra, no haya palabras,
sólo miradas sonidos y silencios.

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