martes, 2 de septiembre de 2014

Texto

Un recuerdo del pasado

El bolígrafo se me escurrió de entre los dedos y produjo un sonido metálico encima de la mesa y, entre la decena de caóticos papeles que tenía repartidos por doquier a lo largo de ella. Me sobresalté. Delante de mí se encontraba el monitor y la mesa de trabajo; la luz entraba por los grandes ventanales e iluminaba sin pudor casi todas las mesas de la redacción, y, el constante rumor de voces era el sonido habitual de todos los días; miradas, gestos, sonidos de las sillas al desplazarse, la gente en constante trasiego de aquí a allá. En la calle, como un ligero zumbido se oía desgraciadamente el eterno caos del tráfico con sus cláxones y sus monótonos ronroneos de los motores escupiendo muerte en forma de gases venenosos.
Cogí de nuevo el bolígrafo dispuesto a seguir la tarea y entonces mí mirada reparo en una pequeña fotografía que tenía pinchada en el tablón de corcho enfrente de mí mesa de trabajo.
En la imagen, aparecía alguien parecido a mí, pero, que ya no era yo, al lado de una bicicleta cargada de bultos y rodeado del verdor majestuoso de aquel bosque de castaños, en aquel día de verano cuando hice un recorrido por el norte, en aquel momento estaba en la zona de los Oscos asturianos, recordé que empezó a caerme una ligera llovizna, cuando estaba colocando el trípode, recordé también ese penetrante olor a humedad y bosque que venía a mis sentidos; poco a poco me fui metiendo en el recuerdo, en aquel pasado, tratando de entrar en aquel momento y reviví mentalmente aquel trayecto entre Taramundi y el puerto del Connio, muy cerca de Muniellos, con sus pueblos semi-abandonados hechos de pizarra y tiempo, con chimeneas echando el humo de la vida, sus luces, sus sombras, sus olores; los sonidos del bosque, el murmullo del agua cayendo lentamente por las paredes rocosas llenas de musgo y de humedad junto a la pequeña carretera; el vuelo de aquel ave cerca de mí, las etéreas nubes pegadas a las faldas de las montañas. Por ahí pedaleaba, dejándome llevar por las curvas y por la vida.

Y, el bolígrafo se me escurrió de entre los dedos.   

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